UN SUEÑO EN LAS OLAS

Mientras descargábamos el maletero lleno de comida y juguetes de playa para compartir un maravilloso día de playa con los niños, niñas y educador@s de la casa de acogida de Teiá, la Rosalía, se inició una conversación con una bonita alma de 7 años.

  • ¡Mamá! ¿ningún niño y niña de los que están aquí tienen padre ni madre?
  • Sí! La mayoría sí tienen.
  • ¿Y por qué no viven con ellos?
  • Porque a veces los adultos pasan por malos momentos. A veces la vida no trata bien a algunas personas, a veces estamos tan heridos que necesitamos tiempo para reconectarnos, a veces tenemos que aprender a cuidar primero de nosotros mismos para poder cuidar a los demás. Y a veces, simplemente debemos darnos cuenta de que nos necesitamos los unos a los otros y que con un poquito de amor y confianza podemos conseguir grandes cambios.
  • ¿Y si consiguen todo esto podrán volver a estar con sus hijos?
  • Claro que sí. Algunos lo conseguirán, otros quizá no.
  • ¿Es por eso que hay casas de acogida?
  • Sí, casas con personas maravillosas que cuidan de estos niños y niñas mientras sus papás o mamás no pueden.
  • ¿El amor de una madre es infinito?
  • Para mi sí.
  • ¿Hay madres malas?
  • ¡Creo que no! Creo que hay madres y padres con algunas dificultades y que necesitan de mucha ayuda y amor para solucionar algunos asuntos para poder volver a cuidar de sus hijos. Y eso no quiere decir que no amen a sus hijos.
  • Si yo no tuviera amor estaría triste. Creo que tengo mucha suerte.
  • Sí, yo también estaría muy triste. Todos merecemos recibir amor en abundancia. Sea de quien sea.

Fue una buena oportunidad para agradecer a la vida de todo el amor que teníamos. Pero a la vez, se convirtió también en una posibilidad para abrir bien los ojos, para estar atentos, para darnos cuenta de que juntos sumamos, que la mirada de la infancia nos reconecta con la solidaridad, que el altruismo se experimenta y que los pequeños detalles reaniman corazones entumecidos.

TODOS LOS MOMENTOS CUENTAN

Esta experiencia nos regaló un día soleado, una agua cristalina repleta de pequeños peces que acariciaban nuestros pies, una brisa suave, una rica y saludable comida, tiempo, presencia, juegos, pelotas, castillos de arena, carreras hasta las boyas, risas, charlas, confidencias, miradas, ternura, abrazos, abrazos y más abrazos.
Cuando ofreces un amor sincero, cuando extiendes tus brazos y tus manos para dar un poquito de calor, cuando compartes un simple baño de agua salada poniendo solo tu cuerpo y tu corazón y cuando miras qué es lo poco que necesita el otro, es cuando suceden los milagros.
Des de Vida Significativa, agradecemos a todos los niños, niñas y educador@s de la Rosalía por ayudarnos a hacer un mundo mejor. Por permitirnos conectar con la auténtica esencia, por la simbiosis íntima, por sus muestras de cariño y sinceridad y por ayudarnos a tomar conciencia de que el altruismo sincero, sana viejas heridas, no solo las de quien recibe sino también las de quienes dan.
Escrito por Helena Ramon.

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